Vilamòs es un pequeño pueblo situado en el corazón del Valle de Aran. A una altitud de 1.255 metros, se considerada el pueblo más antiguo del valle, con una historia que se remonta siglos atrás. Esta pequeña localidad no sólo destaca por sus vistas privilegiadas a la Artiga de Lin y al macizo del Aneto, sino también por su rica tradición ganadera.
El Valle de Aran, aislado en muchos momento de la historia por su orografía, ha conservado gran parte de su cultura y tradiciones originales.
Sin embargo, la pérdida de la actividad ganadera más tradicional no sólo ha provocado una pérdida del mosaico ecosistémico, sino también del conocimiento ancestral sobre el uso del territorio, el manejo de los animales y el aprovechamiento más eficiente y equilibrado de los recursos.
En Vilamòs, la ganadería se centraba tradicionalmente en el ganado ovino y bovino. Las pasturas de verano en las montañas y la vida comunitaria en el pueblo durante el invierno eran prácticas esenciales que mantenían viva la tradición ganadera. Sin embargo, en la actualidad, la presencia de ganado en Vilamós se concentra en el agrupamiento de ovejas y cabras bajo la vigilancia de pastores, que aprovechan las pasturas estivales situadas en los prados más alpinos de la zona.
Los pastores de Vilamós siguen practicando la trashumancia, trasladando el rebaño a pasturas más altas durante los meses de verano. Esta actividad no solo es esencial para el cuidado del ganado, sino también contribuye a preservar la biodiversidad del territorio.
Es muy común encontrarse construcciones en los alrededores de Vilamós. Caminos ganaderos, paredes de piedra seca, cabañas de pastor y bordas se integran en el paisaje montañoso, formando un entorno único. Las bordas son las construcciones más grandes y eran edificaciones de piedra destinadas a guardar el ganado o almacenar el forraje.
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